De la vida (el árbol)

23Jul12


Mucho, muchísimo se escribió el año pasado sobre El árbol de la vida de Terrence Malick. No obstante, como una de las características de este blog es la atemporalidad (más o menos) y un alto porcentaje de su criterio editorial consiste en lo que le surja al libre albedrío del autor, me dispongo a hablar de esta película o, más bien, de la vida que en ella muestra Malick con bastante acierto.

O sea que sí. Estoy a favor. Creo que se dice mucho en El árbol de la vida, aunque no todo y en la forma en que muchos opinan. Si se me permite ponerme un poquito académico, podemos hablar de tema y de forma. ¿Cuál es el tema? Dios, nosotros y el mundo. Nada menos. ¿Y la forma? Pues, como es evidente, estamos ante una oración. Ante una misa de réquiem, incluso, pero quedémonos en una oración. Eso -sobra decirlo- es muy arriesgado en cine. Sobre todo si se mantiene ese desorden un tanto impresionista que a veces tiene la oración (como diálogo con Dios en este caso, no como oraciones vocales fijadas), y que a veces tiene también la poesía. No por nada también se ha dicho que esta película es un poema, más lírica que narrativa.

Con todo, particular interés, en mi opinión, tiene la trama. Complicada porque es interior: una evolución no tanto de los acontecimientos, sino de los cambios interiores de un alma de cara a la gracia. Somos testigos de cómo esos cambios se operan en el joven Jack, acertadamente interpretado por el niño Hunter McCracken, de quien Alberto Fijo dice que un plano suyo tiene más arte que toda la filmografía de Sean Penn (que interpreta al personaje cuando es mayor).

Y claro, ante un tema tan amplio y una trama tan compleja, era difícil salir airoso. Malick lo consigue. Habla del mal, de la pérdida de la inocencia, del dolor, de la vergüenza, de la tristeza, del pecado. Y no escatima recursos, desde el «susurro en off», no solo indispensable sino aquí también armónico, hasta esas aparentes digresiones -no lo son en absoluto- al origen del universo. Porque resulta que lo cotidiano de la vida de Jack, como sucede con la vida de cada hombre, tiene que ver con Dios, porque Él está implicado enteramente en cada uno de esos actos normales de nuestra vida, tan implicado como en la creación del cosmos.

Solo un breve apunte final sobre la tan mencionada «religiosidad» de esta película. Es evidente, por lo que acabo de decir, que es una película con una óptica religiosa -lo cual no le quita veracidad, al contrario-, pero no estoy tan convencido de que sea una visión católica, a pesar de que Malick es católico, aunque sí cristiana. Más bien sigue una línea protestante, como creo que se ve en el marcado contraste entre la actitud del padre y la madre de Jack -y aquí manifiesto una sincera admiración por el gran trabajo de Brad Pitty Jessica Chastain-, él, exigente y poco comprensivo hasta llegar a hacer mal; ella, tolerante hasta el punto de perder autoridad, cuando la exigencia tendría que ser parte de un cariño verdadero y responsable. Para entendernos, ambos «lo malcriaron». Una visión más católica, finalmente, subrayaría también quizá lo positivo de esta vida que, como ese primer árbol, es un regalo del Creador.